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Primeras Investigaciones Geológicas y Paleontológicas de la Provincia de Santa Cruz

Los Navegantes

Los primeros en llegar a la región de Santa Cruz fueron los navegantes europeos, quienes comenzaron a elaborar los primeros mapas de la zona. La expedición de Hernando de Magallanes partió en 1519 y, tras arribar a Santa Cruz, pasó un invierno en la Bahía de San Julián, con Antonio Pigafetta como cronista de la travesía. Esta primera circunnavegación del planeta culminó el 6 de septiembre de 1522 con una sola nave, la Victoria, y apenas 18 tripulantes de los 265 que habían iniciado el viaje en cinco naves.

En 1525, Diego García Jofré de Loisa, acompañado por Sebastián Elcano y Francisco Hoces, zarpó con siete naves. Durante su expedición, reconocieron minuciosamente las costas santacruceñas, descubrieron el Río Gallegos y navegaron a través del Estrecho de Magallanes.

Piratas y corsarios de varios países europeos, principalmente ingleses y holandeses, también contribuyeron a la ampliación del conocimiento geográfico. En marzo de 1578, el audaz corsario Sir Francis Drake llegó a la Bahía de San Julián con cinco navíos, desde donde emprendió actos de piratería en el Pacífico, capturando hombres, barcos y oro. Fue infructuosamente perseguido y buscado por varios, entre ellos Pedro Sarmiento de Gamboa.

En 1579, Sarmiento de Gamboa partió con la misión de proteger el Estrecho de Magallanes, llevando consigo 112 hombres y dos naves. Su misión incluía reconocer el estrecho, identificar los lugares más adecuados para su fortificación y poblamiento, y proponer al Rey de España un proyecto de colonización. De regreso a España, convenció al rey de la importancia de una nueva expedición, que se organizó con 23 barcos y aproximadamente 3.000 personas, entre marinos, soldados, colonos, 30 mujeres y 23 niños. Partieron el 25 de septiembre de 1581, y tras numerosas peripecias, incluyendo naufragios, pestes y abandonos, lograron fundar el 11 de febrero de 1584 la Ciudad del Nombre de Jesús, a 3.000 metros del Cabo Vírgenes. Tres naves se amotinaron y regresaron a España, dejando atrás a 338 desdichados. Al llegar el invierno, Sarmiento de Gamboa decidió trasladarse a Punta Santa Ana, donde fundó la ciudad Rey Felipe. Posteriormente, se embarcó en busca de más provisiones desde la Ciudad del Nombre de Jesús, pero una tormenta lo arrastró hacia el norte, llevándolo finalmente a Río de Janeiro. Desde allí, escribió al rey solicitando ayuda para las dos ciudades fundadas. En agosto de 1584, los 193 pobladores de Nombre de Jesús se trasladaron a Rey Felipe bajo el mando de Andrés de Biedma, quien finalmente ordenó el regreso de 200 soldados para evitar la muerte por hambre. Sarmiento de Gamboa regresó a Inglaterra como prisionero de un pirata, fue recibido por la reina Isabel, quien le entregó un mensaje para Felipe II, pero al cruzar Francia fue nuevamente apresado. Llegó a España viejo y achacoso, sin lograr la ayuda deseada.

Otros piratas como Davis, Merrick, Hawkins y Thomas Cavendish también dejaron su huella en la región; la nave capitana de Cavendish, la Desire, dio nombre a Puerto Deseado. En 1587, Cavendish penetró en el estrecho y avistó a los pocos sobrevivientes de Ciudad del Nombre de Jesús, pero los abandonó y continuó hacia el oeste hasta llegar a la Ciudad Rey Felipe, donde encontró muertos a todos sus habitantes y rebautizó el lugar como Puerto Hambre.

En 1599, Oliverio Van Noort cruzó el Estrecho de Magallanes desde el oeste, convirtiéndose en el cuarto navegante en dar la vuelta al mundo. Jorge de Spilberg partió de Texel, Países Bajos, en 1614 y completó la circunnavegación en 35 meses.

Entre los holandeses, merece ser mencionado Isaac Le Maire, un comerciante que organizó la Compañía Austral para establecer rutas comerciales en mercados potenciales. Con dos naves, la Concordia y la Hoorn, partió de Texel en 1615 con la prohibición de pasar por el Estrecho de Magallanes. Por ello, navegaron hacia el sur, exploraron y bautizaron la Isla de los Estados, y verificaron que Tierra del Fuego era una isla, pudiendo pasar al océano Pacífico por el sur de la misma.

Ya en el siglo XVIII, se organizaron expediciones que ampliaron el conocimiento geográfico de la región, muchas de ellas bajo el patrocinio de la obra jesuítica. Destaca el Padre Lozano, un madrileño con un enfoque casi científico, precursor de Azara, D’Orbigny y Bonpland. Lozano organizó una expedición al Estrecho de Magallanes desde Buenos Aires, llevada a cabo por un grupo de jesuitas, entre los que se destacó Falkner, quien elaboró una cartografía de la Patagonia sin haberla conocido personalmente, basándose en información proporcionada por sus informantes aborígenes. También se distingue Domingo Perler, comisionado para efectuar reconocimientos entre el Río de La Plata y Tierra del Fuego, quien realizó cuatro navegaciones y llevó a cabo una notable labor cartográfica, explorando los cabos Tres Puntas y Blanco, y continuando hacia el sur hasta llegar a las Islas Malvinas.

Casi al mismo tiempo, el Teniente de Fragata Manuel Pando realizó varios viajes ordenados por el rey, reivindicando a Puerto Deseado como un puerto de arribada de importancia estratégica.

El 23 de diciembre de 1833, Charles Darwin llegó a Puerto Deseado como naturalista a bordo del Beagle, bajo el mando del capitán Fitz Roy. Darwin realizó observaciones sobre la geología, flora, fauna y paleontología en Puerto Deseado y Puerto San Julián, donde descubrió medio esqueleto de la Macrauchenia patachonica, un mamífero extinto de gran tamaño, parecido a un guanaco pero con trompa, cuya réplica se exhibe en el Museo Padre Molina de Río Gallegos. Posteriormente, Parish publicó en 1852 una obra con la información geológica obtenida por Darwin, en la que describe los grandes mamíferos fósiles de las pampas que le fueron obsequiados por Rosas y descritos por Owen en Inglaterra. Darwin fue el primer investigador en aportar datos sobre la composición geológica de Santa Cruz; sus observaciones geológicas, glaciológicas y paleontológicas constituyeron la base esencial para futuras investigaciones.

El conocimiento territorial patagónico avanzó lentamente, obstaculizado por la resistencia de los pobladores autóctonos. Sin embargo, el tránsito marítimo en el extremo sur del Atlántico se hizo más accesible. Un avezado marino argentino, nacido en Carmen de Patagones, el Comandante Luis Piedrabuena, comenzó su carrera a los 14 años como grumete bajo la tutoría del capitán William Horton Smyley, quien lo formó como experto marino, ballenero, foquero y profundo conocedor del sur patagónico, región que recorrió muchas veces a lo largo de su vida. Smyley lo designó comandante de su velero Nancy, con el cual Piedrabuena penetró en el río Santa Cruz hasta llegar a la Isla del Medio, nombrada por Fitz Roy en 1834, que él rebautizó como Isla Pavón. Allí, estratégicamente ubicada, Piedrabuena construyó la primera casa que un argentino erigió en la Patagonia, al sur del río Chubut. A diferencia de las construcciones españolas en Puerto Deseado, San Julián y Cabo Vírgenes, que no perduraron, la casa de Piedrabuena se mantuvo y fue providencial, ya que limitó la intención chilena de ocupar la entrada del río Santa Cruz. En 1867, Piedrabuena envió una expedición de cuatro exploradores, J.H. Gardiner, M. McDugall, V. Peterson y J. Hansen, para explorar el río Santa Cruz hasta el pie de los Andes, proveyendo de su peculio todos los útiles, caballos y provisiones necesarias. Durante este viaje, los exploradores reconocieron el lago en que se origina el río Santa Cruz, así como el hoy llamado Lago Rico, dejando ambos lagos innominados.

Más tarde, el entonces Subteniente Valentín Feilberg remontó el río Santa Cruz en un chinchorro de 14 pies de quilla, con víveres para 14 días, una brújula, un catalejo, un octante y un horizonte artificial, un escandallo (rudimentaria sonda para estudiar fondos de agua) y cuatro marineros. Con esos escasos elementos y un coraje sin límites, los cinco hombres realizaron un viaje lleno de penurias, y en 19 días llegaron a lo que creyeron era el Lago Viedma, donde Feilberg dejó un remo como asta, una bandera argentina y una botella con un mensaje fechado el 29 de noviembre de 1873.

Carlos M. Moyano y Francisco Pascasio Moreno llegaron al lago en febrero de 1877, y sus palabras fueron: “En la inmensa soledad, la naturaleza que te hizo no te dio nombre: la voluntad humana desde hoy te llamará ¡Lago Argentino! Que mi bautismo te sea propicio…”. El Perito Moreno publicó las peripecias del viaje en unas páginas de emotiva belleza en 1879, bajo el título Viaje a la Patagonia Austral.

Mientras tanto, el país, con dificultades, iba resolviendo sus problemas de organización, interrumpidos por desórdenes internos y externos, como la Guerra de la Triple Alianza durante la presidencia de Mitre. La expedición de Moyano y Moreno culminó cuando aún no se había completado la campaña que diezmaría física y espiritualmente a las comunidades originarias, lo que se logró con el ejército al mando de Roca (24/5/1879).

Bibliografía:

Antonio Álvarez. Crónica de la Patagonia y Tierras Australes. Ediciones Dunken, Buenos Aires, 1998.

Darwin, Charles. Del Plata a Tierra del Fuego. Viaje de un naturalista alrededor del mundo a bordo del H.M.S. Beagle 1831-1836. Segunda etapa Buenos Aires/ Patagonia/ Cabo de Hornos. Zaguier & Urruti. Publications.

Edgardo Rolleri y Raúl E. de Barrio. Reseña histórica del conocimiento geográfico y geológico. Relatorio del XV Congreso Geológico Argentino. El Calafate, 2002. Pág. 3-32.

Miguel Haller. Editor

Lic. María Elena Palacios
Asesora de la Secretaría de Estado de Cultura de la Provincia de Santa Cruz.